Veo junto a su reloj unos números grabados en su piel y me dá un vuelco el alma, es un número de telefóno sin duda, la miro mientras me invade una profunda melancolia.
Es preciosa, rubia y alta con ese aire inocente que hace que la quiera con locura y sin embargo comprendo que la estoy perdiendo, que ya no es mia, que el dueño de ese número ya lo es de su corazón. Mañana es su cumpleaños, dieciseis años ya, mi niña ya es una mujer.
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